Capítulo 6
Un secreto revelado
El viaje a Italia comenzaba
a tomar forma, aunque con más preguntas que respuestas. Candy no podía
sacudirse la sensación de que algo más acechaba a Daniel y Miranda, algo más
profundo que solo la pandemia o la persecución por parte de las autoridades.
Había una sombra en sus ojos, una tensión constante que parecía crecer con cada
día que pasaba. Candy, siempre intuitiva, percibía el dolor escondido bajo sus
palabras y miradas, pero hasta ahora, no había querido presionarlos.
La mañana en el Hogar de
Pony era fresca, el rocío se deslizaba lentamente por las hojas de los árboles,
y el viento traía consigo el aroma a tierra húmeda y flores silvestres. Candy
se encontraba ayudando a la señorita Pony y a la hermana Lane con las tareas
del desayuno, sirviendo pan y leche caliente a los niños que ya correteaban por
el comedor. Mientras tanto, Miranda y Daniel se mantenían en la distancia,
observando el bullicio y la felicidad que reinaba en el orfanato.
—Es un lugar acogedor
—comentó Miranda en voz baja, mirando a los niños jugar a través de la ventana
abierta—. Casi parece otro mundo, lejos de todo el caos y el sufrimiento.
Daniel asintió, pero su
mirada no reflejaba la paz que Miranda describía. Sus ojos estaban fijos en la
distancia, como si sus pensamientos estuvieran en otro lugar, más allá de las
colinas verdes que rodeaban el Hogar de Pony.
Candy, que observaba la
escena, decidió que era momento de hablar con ellos. Había algo en el aire, una
tensión que necesitaba ser resuelta antes de que emprendieran el viaje a
Italia. Con una bandeja de té y algunas galletas, se acercó a la mesa donde
estaban sentados Daniel y Miranda.
—¿Todo está bien? —preguntó
Candy con suavidad, dejando la bandeja sobre la mesa y tomando asiento frente a
ellos.
Miranda y Daniel
intercambiaron una mirada, esa clase de mirada que las personas se dan cuando
comparten un secreto que les pesa en el alma. Candy lo notó inmediatamente.
—No puedo evitar sentir que
hay algo más —dijo Candy—. Algo que no me han contado. Sé que hay algo que los
está atormentando, más allá de la pandemia y las autoridades que los buscan.
Daniel suspiró, llevándose
una mano al cabello, revolviéndolo con frustración. Finalmente, después de unos
segundos de silencio, se inclinó hacia adelante, apoyando los codos sobre la
mesa.
—Es cierto —dijo Daniel, su
voz apenas un susurro—. Hay algo más. Algo que no hemos querido contarte
porque… no sabíamos cómo. Pero creo que ya no podemos seguir ocultándolo.
Miranda tomó la mano de
Daniel, entrelazando sus dedos en un gesto de apoyo. Ella también parecía
nerviosa, pero su mirada era firme.
—Somos más que periodistas
en fuga, Candy —comenzó Miranda, su voz nerviosa—. Nuestro viaje no fue solo
para escapar de las autoridades o para informar sobre la pandemia. Hay algo
más… algo que podría poner en peligro nuestras vidas, y también las de quienes
nos rodean.
Candy sintió un escalofrío
recorrer su espina dorsal. A pesar de que su intuición le había dicho que algo
no estaba bien, no estaba preparada para lo que estaba por venir.
—Hace unos meses, antes de
que la pandemia estallara con tanta fuerza, Daniel y yo comenzamos a investigar
algo muy delicado —continuó Miranda—. Algo relacionado con el gobierno y sus
esfuerzos por encubrir la verdadera magnitud de la gripe española. No solo
querían silenciar a la prensa, sino también ocultar cómo la enfermedad estaba
afectando a los soldados que volvían de la guerra. Sabían que la situación era
mucho peor de lo que decían, y no querían que el mundo lo supiera.
Candy frunció el ceño,
tratando de comprender la magnitud de lo que Miranda le estaba contando.
—Entonces, ¿por qué los
persiguen? —preguntó Candy, su corazón iba acelerándose cada vez mas—. ¿Solo
por informar sobre la pandemia?
Daniel negó con la cabeza,
apretando la mandíbula. Finalmente, decidió hablar.
—No es solo por eso.
Descubrimos algo más… algo que va más allá de la pandemia. Una conspiración
mucho más grande, que involucra no solo al gobierno, sino a poderosos
empresarios que se están beneficiando de la guerra y de la enfermedad. La gripe
se ha convertido en una oportunidad para algunos de ellos, y están dispuestos a
hacer cualquier cosa para que no se descubra la verdad.
El silencio que siguió a las
palabras de Daniel fue ensordecedor. Candy sintió que el mundo a su alrededor
se detenía por un momento, mientras las implicaciones de lo que acababa de
escuchar se asentaban en su mente.
—¿Y ustedes descubrieron
esto? —preguntó finalmente Candy, con la voz temblorosa—. ¿Y por eso los están
persiguiendo?
Daniel asintió lentamente.
—Publicamos un artículo, uno
que revelaba algunos detalles de lo que descubrimos. Pero no fue suficiente.
Los que están detrás de esto tienen mucho poder, y no tardaron en silenciar a
todos los que estaban involucrados. Fuimos los únicos que logramos escapar… por
ahora.
Candy se llevó una mano al
pecho, tratando de procesar todo lo que acababa de escuchar. La gravedad de la
situación la golpeó con fuerza, pero también entendió por qué Daniel y Miranda
habían mantenido el secreto hasta ahora. No solo estaban en peligro ellos, sino
también cualquier persona que los ayudara. Cualquier paso en falso podría ser
fatal.
—Eso cambia muchas cosas
—dijo Candy, con la mirada fija en la mesa—. Pero también significa que es aún
más urgente que encontremos a Albert. Si hay alguien que puede ayudarlos, es
él. Albert tiene recursos, y si está trabajando con los médicos en Italia, tal
vez pueda hacer algo para protegerlos.
Miranda asintió, sus ojos se
llenaban de gratitud. Candy siempre había sido alguien en quien confiar, y
ahora más que nunca, necesitaban de su apoyo.
—Sabemos que te estamos
pidiendo mucho —dijo Daniel—, pero no tenemos a nadie más. Tú conoces a Albert,
y si hay alguien que puede ayudarnos a salir de esta, es él.
Candy levantó la vista, y
aunque el miedo seguía presente en su corazón, también sentía una nueva
resolución. No era la primera vez que se enfrentaba a situaciones desesperadas,
y sabía que si había una oportunidad de ayudar, no dudaría en hacerlo.
—Vamos a encontrar a Albert
—dijo finalmente, con firmeza—. Y lo haremos antes de que sea demasiado tarde.
La decisión estaba tomada.
El viaje a Italia no solo sería un intento de encontrar a Albert y salvar
vidas, sino también de proteger a Daniel y Miranda de un peligro mucho mayor
del que habían imaginado.
Mientras Candy se levantaba
para seguir con sus tareas, no podía evitar pensar en lo que el futuro les
deparaba. La incertidumbre era abrumadora, pero al mismo tiempo, sabía que no
estaba sola. La determinación y el coraje de Daniel y Miranda le recordaban
que, a pesar de los obstáculos, siempre había una esperanza.